lunes, 8 de junio de 2015

Gabriel-Alejandro García: Una voz que emerge - por León Magno Montiel @leonmagnom

“Mi perro percibe tu olor
en la mano que ahora lo acaricia”.
Gustavo Pereira (Venezuela, 1940)
 
América es el continente de las múltiples voces: en poesía y música nacen nuevos creadores en todos sus confines. Década tras década afloran sus voces profundas, renovándolo todo. Tal como lo anunciaba Susan Sontag en el verano de 1963 en su ciudad natal, y a la vez su ciudad mortal, Nueva York: “La literatura es la reserva primaria de la sensibilidad”. La poesía es el principal patrimonio de ese reservorio. 

La gran variedad de festivales y publicaciones compartidas así lo confirman. Otro indicador fidedigno de la inmensa producción poética de América, es el número considerable de antologías que se editan anualmente y que consiguen lectores leales y entusiastas a lo largo del continente hispanohablante. Sobre estas publicaciones colectivas, el psicólogo y vate mexicano Efraín Bartolomé, al referirse a las antologías de nuevas voces, afirma: “Más bien son un conjunto de trozos de vida”, de nuevas vidas para el arte de la palabra.

Recién me han sorprendido los textos poéticos del joven Gabriel-Alejandro García, venezolano nacido el 31 de mayo de 1991 en Maracaibo, quien ganó el Concurso de poesía de la Universidad Católica Cecilio Acosta, con el poema titulado “El problema” en 2012:

“El problema con personas como tú 
es que sin mucho esfuerzo 
pueden hacer que personas como yo, 
se pierdan en sus palabras.
El problema con personas como tú 
es que son tan pocas en el mundo,
que al encontrarlas personas como yo, 
se preguntan si es verdad o si son imaginadas.
El problema, a veces, 
es que personas como yo 
no se encuentran normalmente 
con personas como tú, 
y al momento de encontrarlas,
se envuelven en su mirada.
El problema, según el poema,
es que una persona como tú, 
con tu boca, con tus ojos, 
así con todo lo que eres tú,
con aquella voz que envuelve
y con aquellos ojos que estremecen,
así tal cual como eres tú,
enredó entre sus miradas, sus palabras y caricias
a una persona como yo”

Sorprendió al jurado por la madurez de sus versos, por la estructura diáfana del poema, su lenguaje vivaz. Gabriel-Alejandro es egresado de la Universidad Rafael Belloso Chacín en Comunicación Social, mención impresos, con una especialización en periodismo digital y social media. Ha hecho programas de radio en Suite 89.1FM y es un profundo conocedor del rock latinoamericano y la trova. Ha sido un importante productor en el campo musical.

En su temprana figuración en las letras hispanas, Gabriel-Alejandro García resultó finalista del Concurso Nacional de Poesía Juan L. Ortiz, realizado en la ciudad de Mendoza, Argentina, esta vez con el poema “La brevevida” de su producción 2015:

“Si tus ojos supieran que miran
cuando me miran
si mis manos supieran que tocan
cuando te tocan
tengo las manos frías
ya no me caben los inviernos
Volver es volver dos veces
volver a ti
volver a mi
caminar solo es tu recuerdo
me tropieza cada dos cuadras
cada dos madrugadas
cada dos caricias
cada tanto vos
brevedad
la brevevida
la no pausa
el amor todo
la nada pasa
el punto y final
la distancia
no miro más la ternura del adiós
lo despido
me quedo con esto
con lo mío y lo nuestro
lo que tengo
sin el adiós ni su ternura
despertar inundado de vos
todo lleno de vos
de vos (solo vos)
la reiteración es signo de mi signo
muestra de mi reiterada exigencia
vos todas las veces”.

Participar en este importante certamen le garantiza que estará en el compilado con los textos de los ganadores y finalistas, bajo el título “Río infinito” con el sello editorial Octavo Pecado. 

Otro de sus novedosos poemas es “Exilio in situ”:

“Ya no vives el barrio que vives
Dejó de ser tu barrio al ocaso de la elección
Ganó de nuevo el milico con sus milicos
El barrio se te hizo exilio y el vecino enemigo
Cada vez que cierras la puerta
No estas”.

El concurso mendocino, rinde tributo al gran poeta argentino Juan Laurentino Ortiz (1892-1972) una de las voces más potentes del sur americano, venerado en toda la Argentina, y es uno de los maestros más respetados por García:

“Dios se desnuda en la lluvia
como una caricia
innumerable.
Cantan los pájaros entre la lluvia.
Las plantas bailan de alegría mojada”.

Gabriel-Alejandro García participó en el Taller de Poesía Documental realizado por Jacqueline Goldberg, la destacada intelectual y lírica venezolana nacida en 1966, y resultó uno de los más sobresalientes con su propuesta.

En la actualidad reside en la ciudad de Buenos Aires, donde sigue escribiendo, investigando, abordado el periodismo en la web semántica. Junto a su compañera de vida Neimarú Alejandra Montiel y su hijo Alejandro Mathías García Montiel, habitan en un hogar lleno de crónicas, música y literatura. Gabriel nos comenta que Buenos Aires es una megalópolis que lo inspira, en la que (pareciera) él tiene una remota raíz, un nexo tribal con el corazón de esa urbe, y su alma rioplatense. Sin pretender abandonar la tradición lírica venezolana, la intersubjetividad que une a los poetas de su patria, desde los tiempos remotos con los primeros poemas de los pueblos originarios, con la obra del maestro fundacional Andrés Bello, pasando la poética de Ramos Sucre, Cadenas, Pereira y Goldberg, hasta llegar a las voces nacientes del siglo XXI.

Espero que las publicaciones lleguen oportunas y a tiempo para la obra de Gabriel-Alejandro García, y con ellas el reconocimiento al joven poeta, una voz emergente de la lírica latinoamericana, que sorprende con su fuerza, pulcritud y su cristalina belleza.

Mario Benedetti recomendaba a los jóvenes poetas, “no ser viejos prematuros” y se preguntaba:

¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de paciencia y asco?, ¿sólo grafitti?, ¿rock?, ¿escepticismo?, también les queda no decir amén, no dejar que les maten el amor, recuperar el habla y la utopía.

Con escritores noveles como Gabriel-Alejandro, la poética latinoamericana recupera la utopía, regenera el habla, se renueva como una canción cantada por un río en constante avance, en tránsito y sin retorno. Es un florecimiento perenne ante lo adverso y las acechanzas.

Como lo reiteró el oriental Benedetti: “haciendo futuro, a pesar de los granujas del presente”.








León Magno Montiel
@leonmagnom
leonmagnom@gmail.com

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