La pelea está casada. El Gobierno mueve sus hilos judiciales para asesinar, de un solo hachazo, a tres importantes medios de comunicación que le hacen oposición: El Nacional, La Patilla y Tal Cual. Son los que están de turno al bate, porque en la última década ya se ha llevado por los cachos a unos cuantos.
Como reza el dicho popular: así le paga el diablo a quien bien le sirve. Para nadie es un secreto que el chavismo llegó a Miraflores apoyado y amparado por muchos de los medios que ahora lo adversan. Desde entonces mucha agua ha corrido. Después de una década se dieron cuenta de lo destructivo que llegaron a ser los rojos rojitos.
Diosdado Cabello se la juró a sus directivos. Se metieron con él. Está dolido. Se siente herido en su moral. Publicaron denuncias en su contra que lo relacionan con el narcotráfico internacional. El gobierno, encarnado en el Presidente de la Asamblea Nacional, profundiza su líneadura de matar al mensajero, sin ni siquiera ocuparse del mensaje. Obvio, se tapan entre todos porque más de uno está chispeado por esas denuncias.
"La moral es un simple arbusto que da moras, no sirve para nada". Esta frase la escuché en la película mexicana “La Dictadura Perfecta” (2014), de boca del gobernador protagonista de la historia, estrechamente vinculado con los carteles de la droga de ese país. A partir de estacreencia, firmó acuerdos multimillonarios con la televisora más importante de su país para que le lavaran la cara, sin importar la gravedad de sus acciones.
Los medios ponen y tumban gobiernos. Es una realidad a nivel mundial. Quizás en Latinoamérica está más marcada por la tendencia al corte autoritario, militarista y de izquierda, como se ha evidenciado en la última década.
Venezuela es un claro ejemplo de esta situación. Cada vez son más los periódicos, televisoras y emisoras de radio en manos del chavismo, que manejan la información a su antojo y conveniencia. El gobierno lo sabe, tiene muy claro los beneficios de este juego perverso. Es por ello su guerra frontal en contra de los medios que le hacen oposición. La persecución es evidente en contra de sus directivos, periodistas, hasta con los patrocinantes. Utiliza toda su artillería para asesinarlos y, hasta ahora, va ganando la batalla.
Para ello recurren a una técnica que denominan “la caja china”, que consiste en resaltar siempre una noticia que, por su manejo periodístico, sea atractiva a la colectividad y, lo más importante, logra bajarle el volumen a todo lo que represente un problema para el gobierno. Es lo que en Venezuela también llamamos “trapo rojo”.
Pero para que el poder de turno pueda hacerlo, deben existir medios que se presten para ello. He allí donde, a mi juicio, está la verdadera tragedia. Aunque aclaro que, como en todo, siempre hay excepciones. Hay muchos que se venden al mejor postor, pisoteando la ética periodista y el derecho de la gente a estar informada; otros pocos se mantienen firmes en la veracidad y a su compromiso con hacer un buen periodismo. A estos últimos mi aplauso y agradecimiento eterno por existir, por sobrevivir, por dignificar nuestra profesión.
Gladys Socorro
Venezolana y Periodista
En twitter: @gladyssocorro
Blog: gsocorro.wordpress.com
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