sábado, 4 de agosto de 2012

Con ácido en la tinta: "Crónica de un televidente" por Gabo Chávez


                                                                      Con ácido en la tinta

                       

Crónica de un televidente

Todo listo para ver otra jornada de los Juegos Olímpicos, me armo nuevamente de paciencia y valor, tengo mi “culer” con agua fría, el periódico del día, mi colección de enciclopedias de la A a la Z, el control de la tv,mi laptop, mi smartphone, me siento en mi mecedora, cual septuagenario viendo las noticias, me pongo mis pantuflas, todo está preparado para ver los juegos y para recibir una que otra información errada de parte de quienes narran dicho evento.
 

La exclusividad me demuestra que se pueden comprar los derechos de ciertos eventos pero que los malos análisis y la falta de objetividad también son exclusivos de algunos narradores y comentaristas.  

Mucha información llega de golpe, no les creo, me voy inmediatamente al internet, corroboro y veo que se equivocan, siento pena ajena, mientras me venden un candidato presidencial o productos para el cabello, me interesa poco si esa máquina hace el mejor café del planeta, yo sólo quiero ver el juego con tranquilidad, apuesto a poner `mute´, pero soy sincero, me duermo.

¿Gol de Harina Pan? Pero ese chamo no está jugando, lo marcó otro, ¿Qué pasa? ¿Un jugador anotó un gol de cabeza por el champú que usa? ¿que le deja el pelo desenredadito? ¿Qué los vigilantes de mi edificio no se quedarán dormidos porque hacen café con la mejor máquina de la bolita del mundo? ¿Es esto un canal deportivo o uno de televentas? No entiendo nada. Mientras tanto los jugadores siguen marcando goles y celebrando como si no les importara las marcas que venden los señores de los micrófonos.


Otro evento exclusivo, otra vez nos obligan a ver un sólo canal, todavía no me recupero de aquel mítico análisis del joven a quien irresponsablemente le dieron un micrófono; “ningún mortal, ningún ser viviente ha podido colgarse la cifra de ocho medallas doradas, únicamente lo logró Michael Phelps en los olímpicos de Munich en el año de 1972 allá en la Alemania de Hitler donde ni siquiera él mismo quiso darle las medallas”, ese error forma parte de la historia de la televisión venezolana, y se lo contaré a mis nietos con seguridad, porque mi hija ya lo sabe.


Llega el oro de un criollo, Rubén Limardo, lo seguimos todos los que nacimos en la tierra de Bolívar, cuanta alegría, es héroe nacional, hace historia, 44 años sin ganar una presea dorada y lo vimos todos, celebramos mientras nos dicen por quién votar, mientras nos tomamos un café y nos lavamos el cabello con el champú para HOMBRES, hacemos todo eso al mismo tiempo.


Se acabó el día, se me acabó el dinero, ya voté, hice una compra con todo lo que me recomendaron, ya no me acuerdo ni de lo que vi por tv, bueno, me acuerdo de unos periodistas bailando flamenco y comiendo pizzas mientras hablaban con otros colegas de un programa de chismes. Esto es una ensalada, un arroz con mago y arequipe, mucha información en un día, me acuesto a dormir esperando que la exclusividad termine rápido y que volvamos a ver tv como en el pasado, cuando todos podíamos escoger el canal de nuestra preferencia. Sólo pido seriedad y análisis hecho a conciencia, no uno fácil, con palabras rebuscadas, parece que “guglearan” las canciones de Arjona.


El circo televisivo de la exclusividad tiene malabaristas y payasos, sí, es más barato, pero más dañino y le quita trabajo a quienes saben de verdad.


PD: Espero que no se ofendan con esta crónica y luego salgan a “tuitear” sobre respeto cuando los que forman parte de este “exclusivo” mundo ególatra de la televisión irrepestan primero a los televidentes.


Gabriel “Gabo” Chávez
 
@GaboChavez

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