La calle habla. El comentario generalizado es "Manuel vuelve... y pronto". Hay consenso en cuanto a la necesidad de que un estratega de su calibre asuma las riendas de su partido Un Nuevo Tiempo, y que aporte ideas en la reconstrucción de la Venezuela que, sin duda, comenzará el próximo 6 de diciembre. ¡Y vaya que tiene que aportar! No es un mesías, pero es un hombre que tiene una amplia experiencia social y política, con una sólida gestión de gobierno que mostrar, consolidada en sus períodos como gobernador de Zulia y alcalde de Maracaibo.
Pero hay una duda que da vueltas en el ambiente: ¿por qué Rosales, después de tener seis años en el exilio, ahora quiere regresar arriesgándose a que lo metan preso? ¿Por qué regresa ahora si siguen mandando los chavistas? ¿Acaso las condiciones han cambiado en algo? Todo parece indicar que para el fundador de Un Nuevo Tiempo las cosas no están igual que antes.
De entrada, olvidémonos de pactos con el gobierno porque no los hay. Si así fuera, Manuel Rosales hubiese regresado a su tierra hace mucho tiempo, pero con la lengua amarrada y arrodillado, cosa que, sinceramente, dudo que hubiese aceptado.
Después de seis años, quien fuera dos veces gobernador del Zulia, viene con el aval legal y jurídico debajo del brazo. José Luis Pirela, su principal acusador el 13 de septiembre de 2004, retiró la denuncia, una vez que la misma fuera archivada el 18 de enero de 2006 por la fiscalía 25, conjuntamente con la fiscalía 8 del Ministerio Público con competencia plena a nivel nacional, por considerar que "no ha sido posible determinar ilícitos penales que comprometan la responsabilidad de los investigados", y nuevamente reabierta en agosto de 2007 ante la cercanía de importantes procesos electorales.
Ese año fue azaroso. Rosales, quien había apostado por el camino de los votos en 2006, se vio envuelto en una persecución que buscaba sacarlo del juego político y evitar que la oposición arrasara en las elecciones de 2008 para la alcaldía de Maracaibo -ganó con 60 por ciento de los votos- y que se alzara con la gobernación zuliana, como en efecto sucedió.
El despecho electoral llevó al entonces candidato chavista derrotado, Gian Carlo Di Martino, de la mano con Mario Isea, a interponer una nueva denuncia, bajo el mando del juez Eladio Aponte Aponte, de quien ya sabemos que cantó como un pajarito desde Costa Rica, con declaración notariada y registrada, donde asegura que el caso de Rosales se orquestó desde Miraflores, y éste tenía que ser imputado al precio que fuera.
La orden era clara. Había que sacar del juego a Manuel Rosales. Dicen incluso que en el gobierno nacional se hablaba de asesinarlo, no sabemos si solo políticamente, el caso es que entonces se coló la sentencia: iría preso a La Planta, una de las cárceles más peligrosas del país. Rosales no tenía otra opción mas que salir del país y proteger su vida. No sería un simple preso. Lo iban a matar.
Hoy, después de seis años en el exilio y presentado su caso ante todas las instancias internacionales, asesinarlo sería una torpeza oficial con repercusiones internacionales sin precedentes. Incluso, la Interpol, tras dos años de investigaciones, desechó su caso. En 2012 concluyó que las actuaciones en contra de Rosales tenían un carácter predominantemente político, por tanto, fue sacado de la lista de alerta roja internacional.
Las cartas están echadas. Manuel Rosales está decidido a regresar a su tierra. Tras seis años en el exilio cuenta con 60 por ciento de aceptación entre los zulianos. La gente lo quiere y lo apoya. Los chavistas le temen. Muchas son las fechas que se barajan entre los cercanos, mas lo cierto del caso es que, conociendo al personaje, ni siquiera su almohada debe saber el día exacto de su llegada.
Venezolana y periodista
Twitter: @gladyssocorro
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