lunes, 26 de agosto de 2013

Rafael "El Pollo" Brito: El oboísta tocado por la virgen - León M. Montiel @leonmagnom

“Hay dos grandes misterios:
el amor y la amistad.
El amor necesita frecuencia,
la amistad no”.
Jorge Luis Borges ( Buenos Aires, 1899-1986)
Rafael "El Pollo" Brito
León Magno Montiel
Cuando alguien ejecuta un oboe, sus notas nos trasladan a la antigua Mesopotamia, a los pueblos que nacieron a orillas del Éufrates y el Tigris. El sonido de ese instrumento elaborado con madera de boj, que posee doble lengüeta de caña, es dulce y penetrante, con un vibrato sensorial. Es una reminiscencia de los antiguos áulos griegos. Ese aerófano de nombre francés, fue evolucionando, hasta tener la estructura actual: hecho con madera de ébano, con un sistema de llaves para mejorar su afinación y alcance. Tiene sus mejores expresiones sonoras en las obras de Mozart, Vivaldi, Strauss y Bach.

El oboe es un instrumento que estudió durante doce años Rafael Brito en el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles, en el núcleo de Los Teques, Estado Miranda. Él, como tantos millones de compatriotas de la Venezuela humilde, entró al universal e infinito mundo de la música, gracias a la iniciativa del genio trujillano José Antonio Abreu. Se graduó con honores y ese ciclo académico marcó su vida.

El oboísta Rafael José Brito Materano, nació en la gran Caracas el 14 de noviembre de 1971, es hijo de Miriam Materano y Rafael José Brito, un marino mercante que ejecutaba el cuatro, amante de la gaita. Cuenta su hijo, que cuando su padre Rafael ”El gallo”, oriundo de Carúpano, cuando tocaba puerto marabino, inmediatamente compraba los LPs de Rincón Morales, El Saladillo, Cardenales del Éxito y los llevaba a su casa. Su hijo, a quien una maestra bautizó “El Pollo” por ser muy flaco y de voz grave, los escuchaba con devoción y aprendía con extraña exactitud la cadencia zuliana, la síncopa gaitera y el compás 6 por 8. De allí que mucha gente piense que El Pollo Brito es maracucho. Eso, aunado a su sentido del humor, el combustible que mueve sus días. Él siempre está como una antena receptora en busca del buen chiste, de la anécdota jocosa. Mantiene una comicidad natural a flor de piel.

En paralelo a sus clases, a los conciertos para oboe con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, y a su desempeño en la Orquesta Gran Mariscal de Ayacucho, el inquieto Rafael ejecutaba el cuatro, lo exploraba en sus horas de ocio, experimentaba con él hasta hacerlo su compañero más leal. Hoy en día, es considerado uno de los mejores ejecutantes del instrumento nacional, junto a Cheo Hurtado, Hernán Gamboa, y los herederos del maestro pionero Freddy Riera. Rafael “Pollo” Brito acompañó al tenor Aquiles Machado junto al guitarrista Aquiles Báez en el álbum acústico grabado en 2012 que fue multipremiado. Pertenece a la pléyade de cuatristas que desde 1933, inauguraron la era del cuatro solista, dejando atrás el mero rol de acompañante del arpa, mandolina, bandola o cantantes. Los integrantes de C4 Trío, lo consideran su maestro, y con él han realizado conciertos memorables.

Rafael comenzó a participar en agrupaciones musicales de Los Teques. Estuvo en la estudiantina San José Obrero, luego en Los Nazarenos de la Gaita. Formó filas en Sabor en Gaitas. Hasta que dio el salto a la gaita profesional, periplo que inició con Los Morillo, agrupación conocida en Caracas como la familia de Lila Morillo. Después pasó a la agrupación Guasinca Zuliana donde también estuvo Nelson Martínez. 

Fue miembro fundacional de La Trova Gaitera, con ellos grabó el tema “El ejemplo que Caracas dio” de la autoría de Miguel Ordoñez. Obtuvo el galardón de gaita del año en 1996:

“Que bajen de los cerros
los hijos de la patria
para que la esperanza
se haga panita una realidad
el corazón contento
palpite amor Caracas”

Ese tema exitoso, comienza recordando la melodía de “Techos de cartón” de Alí Primera, fue radiado en todo el país y propició que Rafael “El Pollo” comenzara a ser reconocido como intérprete, a ganar el respeto de los solistas establecidos en las grandes divisas de la gaita. Tuve el honor de presentarlos en “El Poliedrazo “ en 1998. Luego los entrevisté en mi espacio radial Sabor Gaitero en la Fonoplatea, era un novato asustado, tímido, pero con mucho talento.

En 1999 aceptó la invitación a pertenecer a la agrupación Maragaita. Esa temporada se estableció en Maracaibo por varios meses, fue solista estelar de esa divisa fundada por Astolfo Romero en el seno de la industria petrolera. Ese mismo año participó en el proyecto “Las 100 gaitas del siglo” donde se realizó un gran conteo de final de siglo, patrocinado por el gobernador Francisco Javier Arias Cárdenas. Grabó con gran solvencia “Vámonos para la feria” y “Mi nostalgia”, el clásico de Simón García, con arreglos de Germán Ávila Jr:

“Maracaibo tierra amada
desde que de ti salí, 
a cada instante te añoro
me paso el tiempo pensando en ti”.
(García, 1973)

En el año 2000 regresó a la gran Caracas y comenzó su ciclo de colaboraciones y actuaciones con los líderes del folclor nacional: Gurrufío, Ensamble de Saúl Vera, Huáscar Barradas, Arcano. Era valorado como cuatrista y como solista. Comenzaron las actuaciones al lado de figuras relevantes como Lilia Vera, Cecilia Todd, Frank Quintero, Ilan Chester, Gilberto Santa Rosa, Soledad Bravo y Oscar D´León. Todos ellos se desbordan al hablar de su carismática actuación, su arte al interpretar canciones, su profesionalismo. El sonero Santa Rosa le grabó la gaita “Esto es decir Venezuela” con Maragaita en 1997.

Sin querer dejar la gaita, aceptó hacer varias temporadas con el grupo orquestal Todos Estrellas, donde fungía como director musical y solista junto al Chino Suárez, Mario Lovera, Cheo Fernández, Cristóbal Medina. En la temporada 2001 grabó el tema “Yo soy la gaita” de Ricardo Portillo, que le daba dimensión nacional al gaitero:

“La gaita le pertenece
al que la siente y la canta
y por eso se merece
que le entreguemos el alma”.
(Ricardo Portillo, 2001)

Rafael “El pollo” Brito estaba en medio del espiral de éxito, los escenarios se multiplicaban, los aplausos, las giras por Venezuela y el exterior. Visitó como solista Suiza, Francia, Bélgica, Alemania, Inglaterra EEUU, América Latina, China y Japón. Culminó con éxito esas giras donde sólo llevaba su voz y cuatro. En medio de ese maremágnum de notas, micrófonos, cordófonos, acordes y telones; siempre tuvo como prioridad sus hijos, todos ellos cantan con un oído musical absoluto. Para él, sus cinco hijos: Giselle, Rafaelito, Andrés, Adrián y Micaela, son su universo más apreciado, donde mejor marcha su corazón al compás de la felicidad.

Aparecieron sus primeras producciones en solitario: “Una casita bella para ti” en el 2005 donde versionaba cinco grandes clásicos venezolanos, y el resto temas inéditos. Los coros del álbum los grabaron sus hijos. En ese álbum obtuvo un gran respaldo de Sony-BMG, y se convirtió en récord en ventas, logrando el disco de platino. Luego publicó su segundo álbum “Se canta venezolano”, que salió al mercado en el 2008 superando la aceptación del anterior.


Rafael comparte sus días y noches con la actriz Ana María Simon Pazmiño, encantadora maracucha a quien conoció en el año 2005. Ella es su compañera de escenarios y en el refugio hogareño, madre de su hija menor Micaela, la hermosa niña que nació el 11 de noviembre de 2011; a ella, su quinta hija, le compuso una de sus mejores canciones:

“He metido en mi maleta
muchas cosas para entregarte
mil millones de sonrisas
y las ganas de besarte.
Un cuento y un sonajero
y este cuatro pa´ cantarte
canciones que tanto quiero
canciones para alegrarte”.
(Brito, 2011)

"El Pollo" y Ana María Simon
Ana María y Rafael se sienten unidos por los hilos trenzados del amor y el humor, establecen una perfecta urdimbre que los ata. Juntos han realizado obras de teatro, conciertos, giras muy emotivas. Suelen jugar a los despechaos, sin estarlo. Echan un pie en privado y establecen una zona de bohemia exquisita, donde sólo caben los dos. Ana María es una zuliana con modales y estilo de caraqueña. Mientras que “El Pollo” es un caraqueño con formato de maracucho-oriental. Ana María ha metido a Rafael en vericuetos de la actuación, la radio y televisión. Y “El Pollo” la ha encaminado con rectitud por los senderos de la música, el canto, la ha llevado a descubrir los intersticios de la afinación. Por ello se complementan de forma casi perfecta y mantienen viva su pasión y compromiso.

En varias ocasiones, Rafael ha confesado su deseo de ganar el reconocimiento mundial interpretando la música venezolana. Lo haría muy feliz el ganar un premio Grammy por sus álbumes, con piezas del folclor afrovenezolano, donde fusiona a los clásicos criollos con las tendencias vanguardistas del jazz, el R&B y la música de cámara. Sería para él una presea de vida, poder colaborar con la difusión mundial del folclor de nuestro país, promoverlo allende de nuestras fronteras.

Él se jacta de no temer interpretar cualquier género musical. Eso lo ha cumplido cabalmente, por ello se atrevió a montar un espectáculo con la extensa obra de Tito Rodríguez, el insigne intérprete borinqueño, maestro cantor de boleros, chachachá, guarachas, boogaloo. Tito era músico completo, director de orquesta, compositor, poseedor de un registro de barítono y un timbre privilegiado. De ese ciclo de conciertos realizado por Brito, derivó un CD en vivo “Homenaje a Tito Rodríguez” que es considerado una joya de la musicalidad caribeña; estará circulando en toda América desde noviembre de 2013.

Tengo el honor de ser amigo del Rafael “El pollo” Brito, amistad que se ha mantenido incólume a través de dos décadas. Fui el primer locutor que lo entrevistó y promocionó en Maracaibo, cuando nadie lo conocía. Por ello aceptó grabar la gaita “Nairuma” que le compuse junto a Nelson Romero, a mi hija mayor:

“Nairuma feliz momento
alegría del hogar
en guajiro he de explicar
es el primer nacimiento”.
(Romero-Montiel, 1984)

Rafael le dio voz al jingle que ha identificado más veinte años mi programa Sabor Gaitero.

“Abierta la puerta está,
para la gaita zuliana
reina pura y soberana
de Sabor Gaitero”.

Si algún músico venezolano tiene el talento y las condiciones para lograr impactar en los mercados europeos y americanos con sus canciones, es Rafael Brito. Ojalá consiga la fórmula y el productor adecuado, para que Venezuela tenga otro gran embajador musical, que junto a Oscar D´León, Reinaldo Armas, Franco de Vita y Gustavo Dudamel; sea bandera sonora de identidad y orgullo nacional.

Rafael es un creyente, fiel devoto de la virgen, a ella le cantó “La elegida” de Renato Aguirre:

“Todo era humilde y precario
pero en el ambiente espeso
flotaban mansos los rezos
de aquellas almas a diario,
colgaba un viejo rosario
en la pared de aquel nido
y un álbum descolorido
aroma de presagio
y a su lado un crucifijo
con el primer legionario”.
(Aguirre, 2009)

Rafael le ha cantado a la Reina Celestial junto a su hija mayor Giselle, con auténtica fe y embeleso. La Virgen tiene en él, un creyente amoroso, que la ofrenda tocando su oboe medieval o sus veros gaiteros. “El pollo” le entonará notas que tejan rezos para magnificarla.


León Magno Montiel
@leonmagnom

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