martes, 4 de agosto de 2015

Una voz sin edad: Germán Ávila- por León Magno Montiel @leonmagnom

“Con los años uno pierde pie”.
Ernesto Sábato (Argentina, 1911-2011).

La voz, en cualquier persona, representa un rasgo de identidad. Es un complemento importante de la personalidad de cada individuo. Al escuchar el timbre de voz de alguien conocido, aún sin ver su rostro, lo identificamos, sabemos quién nos habla, es como su huella dactilar sonora. Cuando la voz no solo se utiliza para hablar, sino también para cantar, se convierte en una carta de presentación, un vehículo para transmitir emociones, que en muchos casos, lleva al auditorio a identificarse con el cantor o emisor.
En el ciclo vital de toda persona, la voz va desarrollándose, cambiando en un proceso gradual, y al igual que la piel, los músculos o el cabello: la voz envejece. Algunos cantantes cuando llegan a la adultez mayor, pierden los tonos agudos de su registro vocal, también pierden brillo, les cuesta más afinar las notas que emiten, ya que la vejez conlleva una disminución auditiva, que puede ser leve, moderada o severa.
En el género musical gaitero, tenemos un caso que podríamos clasificar como ”una voz sin tiempo” es un cantante que ha pasado por cinco décadas cantando en las tonalidades originales, con un timbre incólume: él es Germán Ávila, nacido el 12 de enero de 1946 en el centro fundacional de Maracaibo, en la barriada Santa Lucía, hijo de Flor Sandoval y Ángel René Ávila. Cursó sus estudios iniciales en el Colegio Idelfonso Vásquez y la secundaria en el celebérrimo Liceo Udón Pérez. Comenzó como solista profesional en 1962 con la agrupación Las Estrellas del Momento. Allí lo vio actuar el cazatalentos Douglas Soto y de inmediato lo recomendó al líder de Cardenales del Éxito, Ricardo Aguirre. Lo seleccionaron para formar parte de los solistas cardenaleros, junto a José Tineo y el propio Aguirre, con apenas 18 años de edad.
 En esa divisa gaitera cultivó grandes amistades, especialmente con Ricardo Aguirre en la década de los 60, quien era siete años mayor que Germán. Grabaron varios temas a dúo, pues Ricardo tenía una gran valoración y admiración por la tesitura de tenor de Ávila, por su timbre limpio y brillante. Algunos testimonios coinciden en señalar a Germán como “uno de los amigos más queridos por El Monumental”, compañero leal en los siete años de carrera profesional de Ricardo: de 1962 hasta 1969.
Desde entonces, Ávila  ha grabado temas que se han convertido en clásicos, gaitas que toda la nación ha cantado como: “Alegre y galana” de 1965 “La Botellita” de 1966, “Trigueña hermosa”, “El creyente”:

“El creyente va 
con fe consagrada
hacia donde está
su imagen sagrada
Virgen venerada
de Chiquinquirá” (1966).
Germán Ávila es un devoto chiquinquireño, un hombre piadoso, que entiende la fe como un sumergirse en el mar infinito del amor de Dios, en esa inmensidad sin explicación. Tal como lo dijo el genio de Rojas, Ernesto Sábato: “Las oraciones, esa locura de creerse escuchado”. Germán es un fiel creyente, que se cree escuchado por la Virgen, la madre del Mesías.
A dúo con Ricardo Aguirre grabó ocho temas entre 1964 y 1966, un récord que solo él ostenta, y todos esos temas se convirtieron en piezas sagradas del folclor, en clásicos dorados. Entre otros: “Se acerca la noche buena”,  la gaita crónica del autor Marcial Hernández titulada “Imploración”, grabada con Cardenales del Éxito en 1966, con una clara referencia al momento coyuntural que vivía la nación, la guerra de guerrillas, cuando los comandantes Douglas Bravo y Fabricio Ojeda se encontraban acantonados en las serranías venezolanas:
“Yo no soy un guerrillero
te lo puedo asegurar
y me vengo a confesar
con espíritu sincero”.
(Hernández, 1966) 
 En medio del creciente éxito, los nutridos aplausos que recibía del público, Germán conoció a una joven cantante de nombre Elsa Espina, mujer de tez blanca y cabello castaño. El encuentro se produjo en la solariega casona del Doctor Marco Tulio Torres Vera, el reconocido experto en neonatos, hombre de gran reputación en la comunidad universitaria marabina, quien estaba casado con la hermana de Elsa, la señora Carmen Espina. El romance entre Germán y Elsa fue apasionado, de un violento crecimiento, como si se hubiesen estado esperando por años. Se casaron el 20 de mayo de 1967 y de su unión nacieron Dianela quien es una afamada repostera, y Germán Ávila Espina, quien es licenciado en música, egresado de la Universidad Católica Cecilio Acosta. Él comenzó en la música tocando cuatro y percusión en el conjunto Las Espiguitas del Padre Vílchez en su terruño San Francisco, luego tocó charrasca con su padre en La Universidad de la Gaita y en Cardenales del Éxito. Fue el  pianista y director musical de mi agrupación Sabor Gaitero del 2005 al 2008. Actualmente Germán Ávila Junior trabaja para la Fundación Trade Quip con sede en la ciudad de Houston, al sur de los Estados Unidos.
El maestro cantor Germán Ávila Sandoval en la actualidad tiene cuatro nietos y un bisnieto que lo llenan de felicidad, de gran afecto, son su mayor alegría en su tiempo de ocio y solaz.
En 1969 Germán Ávila decidió dejar la agrupación Cardenales del Éxito y se marchó a Valencia, con la misión de trabajar como ejecutivo de la empresa Molinos Nacionales. Una vez que se estableció en la capital industrial de Venezuela, gozando de un buen trabajo bien remunerado, comenzó a gaitear con grupos de la zona, siempre destacándose por su alto nivel interpretativo. Regresó a finales de 1970 a su ciudad natal y retomó los escenarios en la capital gaitera con el Conjunto Saladillo de RQ.
En 1971, “El látigo de la gaita” como lo anunciaban en los programas gaiteros de las emisoras Radio Popular 700AM, Radio Mara 900AM y Radio Calendario 1020; gozaba de un nombre respetado en el ambiente artístico, y aunque solo tenía 25 años de edad, fue el solista estelar del Conjunto Saladillo con la égida del empresario Ramón Quintero; el joven solista marcó una etapa dorada junto a Douglas Ochoa su cofrade, su compañero de escenarios más cercano. Juntos  realizaron dúos memorables como “La esquina del recuerdo”, “Palomita negra”; eran una combinación perfecta de barítono solemne y tenor dramático.
 Germán Ávila pegó muchos temas en solitario, fue la voz de grandes producciones como “Gaita entre ruinas” de Rafael Rodríguez de 1972: una gaita crónica sobre la terrible destrucción del barrio del Saladillo, el emblema urbanístico de la ciudad, la profanada cuna de la gaita de furro:

“En la tarde agonizante
por entre las ruinas viejas
un anciano que se aleja
solitario y vacilante.
Me hizo pensar un instante
en aquellos años idos
de poetas esclarecidos
y de la gaita elegante”.
(Rodríguez, 1972)
En 1973 grabó “Frente a frente” de la autoría de Rafael Rodríguez, en esa gaita hace una descripción del centro de la ciudad, después del arrase del Saladillo, cuando la orden del presidente Rafael Caldera activó la piqueta que dejó sin hogar a los pobladores más antiguos de Maracaibo:

“Se disiparon los muros
que antaño las separaban
ellas nunca se miraban
Santa Bárbara y la China
frente a frente están hoy día
y desde San Juan de Dios
podéis rezarle a las dos
camino a Santa Lucía”.
(Rodríguez, 1973)
En la década de los 70. “El látigo de la gaita” Germán Guillermo Ávila Sandoval se convirtió en la imagen referencial del Conjunto Saladillo de RQ, su sitio de actuación sede era La Cervecería 5 de Julio, centro nocturno ubicado entre las avenidas 13-A y 14, en la calle 77, la meca gaitera donde los amantes del ritmo se daban cita cada viernes y sábados, llenaban sus instalaciones para verlo cantar, con el conjunto gaitero que impuso más gaitas en su larga carrera.
En los años 80 el cantor gaitero se marchó a la agrupación Rincón Morales, divisa pionera, creada en 1958 en la sede Constructora Cazuca, dirigida por Hernán Rincón, con la dirección artística de una imponente figura de la animación y el repentismo: Francisco Morales, llamado “El machorro”. Un genio del humor y un gran compositor nacido en Isla de Toas. Con “El Coloso de Cantares” pegó una de sus gaitas más emblemáticas “Ana María y el Negro” de la autoría de Jack Pérez y José Marrero, en 1986:

“El negro que castigaba
la heróica Ana María
contaba los pocos días
en cada golpe que daba
el alma se le escapaba
y el corazón le dolía”. (Pérez, Marrero 1986)
El tema relata la gesta libertaria de la heroína Ana María Campos, su valentía, su frase premonitoria “si no capitula monda”, ante lo cual el capitán español Francisco Tomás Morales depuso las armas y se marchó derrotado a Cuba.
 Las gaitas “Mi llano” y “Plaza Baralt” fueron éxitos genuinos en su voz, sonaron en las principales ciudades del país, reafirmaron su capacidad vocal, su estilo atenorado para interpretar la gaita. Germán impuso su portento vocal, desde un mutismo propio de la elegancia, desde la austeridad verbal.
Su estilo siempre fue sobrio, de una gestualidad minimalista, cautivó al público solo con su potente voz, su afinación perfecta, su magistral ejecución en cada verso.
En 1989 aceptó el llamado de la agrupación VHG, allí compartió los escenarios con Ricardo Cepeda, Chavín, Ender Fuenmayor, Ozías Acosta, Jaime Indriago, Renato Aguirre. Con ellos grabó e impuso el tema “La voz de la gaita”:

“Yo soy la voz de la gaita
soy del furro a la velada
soy las cuerdas de un buen cuatro
sin mi no hay pascua ni nada”.
(Atencio, 1989)
Durante diez largos años, estuvo gaiteando junto a su hermano Panchito Ávila, en las filas del Saladillo de RQ, recorrieron todo el Zulia y la gran Caracas en cada temporada, en un inusual maridaje de consanguíneos y compañeros de labores. El 9 de enero de 2015 Germán recibió un duro golpe, su vida se nubló por días al enterarse de la muerte de su hermano Panchito, debido a complicaciones cardiovasculares. En esa ocasión me confesó que su cumpleaños 69, ha sido el más triste en su vida, se sintió desolado, ante el abismo insondable del luto, como si hubiera muerto una parte de su ser.
Luego de pasar seis décadas cantando, compartiendo escenarios con grandes cantantes, desde “El Monumental” Aguirre hasta “El Colosal” Ricardo Cepeda, sigue activo, cantando con solvencia y con arte. Con el conjunto Los Colosales, grabó en la temporada 2001 el tema “El cofre” del compositor puntofijense Elías Hernández:

“Guarda ese cofre un balcón
con añorosas propuestas
guitarras y una canción
de una romántica letra,
bellas noches de retrata
noches con luz de un farol:
un gaitero y un poeta
empapados en alcohol.”
(Hernández, 2001) 
En 2008 creó su agrupación “Los parranderos del látigo” junto a su antiguo cofrade Douglas Ochoa.                                                                             
Germán Ávila sigue cantando en las mismas tonalidades, su registro vocal se mantiene intacto, su voz sigue incólume, proyectando su recia personalidad artística. Tiene la misma potencia y el brillo de los años 60, es un verdadero prodigio; pues sabemos que los cantantes van evolucionando, adaptándose a las etapas de madurez, y por tanto van bajando los tonos, buscando recursos interpretativos diferentes, se hacen de un estilo más reposado, con giros melódicos menos exigentes. Sin embargo, Germán canta todos sus temas en los tonos originales, en los cuales grabó hace 50, 40 o 30 años atrás. Muy pocas veces ha sucedido eso. Por ello podemos afirmar que él posee una voz sin tiempo, un talento sin fecha de vencimiento, como bien lo puntualizó el cantautor panameño Rubén Blades.
Su hijo Germán Avila Espina, recién terminó una mega producción que recoge 16 grandes éxitos vocalizados por su padre, en las cinco décadas de carrera musical. En esa producción titulada “Germán Ávila y sus amigos” participan estrellas de la estatura de Oscar D' León, Ilan Chester, Javier León, San Luis, Ricardo Cepeda, Danelo Badell, Nelson Arrieta, Betulio Medina, Argenis Carruyo, entre otros. El avezado cantor interpreta al alimón sus gaitas, con orquesta completa, acompañadas por la percusión típica de la gaita: furro, tambora, charrasca y el cuatro. Tuvo el respaldo de la Orquesta Sinfónica de Houston. Dicho álbum saldrá al mercado a finales de 2015, contendrá testimonios de cronistas de la gaita sobre la brillante trayectoria del cantor: el hombre que más temas grabó a dúo con “El Monumental de la gaita”. Esa megaproducción musical tiene el aval y el respaldo de la Fundación Beltway y del consorcio internacional Trade Quip, con la participación de casi 100 músicos y con los arreglos y orquestación realizados por su hijo.
Germán Ávila Sandoval es un mito viviente, un abuelo con voz de zagal, un tenor eternamente joven, un solista único. Sus logros musicales son inalcanzables, su timbre es una señal de identidad que sobrevivió al pillaje de los símbolos saladilleros en los años 70. Y tal como afirmó Ricardo Aguirre en sus tertulias: “no existen dos voces iguales”. Por tanto, Germán Ávila hoy por hoy, es la voz de la gaita.








León Magno Montiel
@leonmagnom

leonmagno@gmail.com

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